Tanto si comienzas con la lactancia materna en verano como si llevas un tiempo con ella, las altas temperaturas alteran la sed y el hambre del bebé y, además, el calor y el sudor pueden resultar muy incómodos para dar el pecho, por lo que debes tener en cuenta unos consejos para asegurarte de una lactancia materna correcta y feliz para ambos.
¿Cómo afecta el calor a la lactancia materna?
El calor extremo afecta tanto a la mamá como al bebé y, por lo tanto, también a la lactancia materna. El mayor riesgo en esta época del año, para los dos, es la deshidratación. Dar el pecho requiere beber mucha agua, necesidad que se incrementa en verano para evitar este riesgo. Para ello, la madre debe asegurarse de beber suficiente agua y líquidos hidratantes durante todo el día, como zumos naturales, tés fríos, etc.
En cuanto al bebé, si tiene menos de 6 meses no debes ofrecerle agua, por lo que, para evitar la deshidratación, más frecuente en bebés ya que su porcentaje de agua corporal es mayor que el de los adultos, debes ofrecerle el pecho más a menudo. No esperes a que tenga hambre o sea la hora de su toma, debes ofrecérselo más veces por si caso y estar atenta a posibles signos de sed, como llevarse la mano a la boca, mover la cabeza buscando el pecho, sacar la lengua e intentar chupar algo, etc.
Casi el 90% de la leche materna es agua, por lo que cumple a la perfección su función de hidratación. Además, cambia su composición según las necesidades del bebé, por lo que es más aguada al principio de la toma para calmar la sed y más grasa al final para proporcionarle las calorías que necesita. Por eso, si solo tiene sed es normal que mame muy poco tiempo, para aprovecharse solo de esa primera leche más aguada.
Además, el calor puede hacer que tanto la madre como el bebé se sientan incómodos durante la lactancia. Es importante buscar lugares frescos y bien ventilados para amamantar y evitar la exposición prolongada al sol directo para que el calor no cause irritabilidad a ninguno de los dos.
El aumento de la sudoración en la madre puede hacer que la piel del pecho esté húmeda, lo que puede causar irritación o maceración en los pezones. Es recomendable mantener los pechos limpios y secos, y usar sujetadores de lactancia de algodón transpirable que absorban la humedad.
También puede aumentar el riesgo de irritación de la piel, como la aparición de sarpullidos o infecciones por hongos. Mantener la piel del pecho limpia y seca, cambiar los sujetadores de lactancia regularmente y evitar el uso de cremas o lociones grasosas en el área del pezón pueden ayudar a prevenir estos problemas.
Consejos para una lactancia materna exitosa en verano
Para que estos problemas antes descritos no interfieran con la lactancia materna este verano ni haga que la abandones antes de tiempo o que surjan otros inconvenientes, debes seguir estos consejos:
- Mantente hidratada: es importante beber suficiente agua para mantenerse hidratada, especialmente durante el calor del verano. La lactancia materna aumenta las necesidades de líquidos, por lo que asegúrate de beber agua regularmente. Tener una botella de agua cerca mientras amamantas puede recordarte que debes hidratarte adecuadamente y evitar esa sensación de sed tan desagradable. También las frutas de verano te ayudan a mantenerte hidratada. Recuerda no beber alcohol mientras das el pecho.
- Viste de manera cómoda: opta por ropa ligera y transpirable que te permita amamantar fácilmente y mantener una temperatura corporal confortable tanto para ti como para tu bebé. Busca prendas con fácil acceso al pecho, como camisetas de lactancia o blusas con botones o cremalleras frontales.
- Encuentra lugares frescos y sombreados: para dar el pecho, busca lugares frescos y sombreados para amamantar a tu bebé. Esto puede ser especialmente útil si estás fuera de casa. Busca áreas con aire acondicionado o sombra para mantener a tu bebé fresco y cómodo mientras amamantas y evitar el calor excesivo y el sudor.
- Protege a tu bebé del sol: si necesitas salir al aire libre durante el verano, asegúrate de proteger a tu bebé de la exposición directa al sol. La piel de los recién nacidos es muy sensible, por lo que es recomendable evitar la exposición directa al sol, especialmente en las horas pico de radiación (es decir, las horas centrales del día, de 11 a 16 horas). Siempre que sea posible, busca áreas sombreadas o utiliza sombrillas, gorros y ropa protectora para tu bebé.
- Ofrece tomas frecuentes para hidratarle y mantenerle fresco. Ofrece el pecho con más frecuencia y permítele amamantar según sus necesidades. Esto ayudará a mantener su hidratación y proporcionarle los nutrientes que necesita.
- Cuidado con la producción de leche: asegúrate de que tu producción de leche no se vea afectada por la deshidratación o el calor. Amamantar con frecuencia y mantener una hidratación adecuada ayudará a mantener una producción de leche suficiente para tu bebé ahora que sus necesidades aumentan. Recuerda que puedes producir toda la leche que el bebé necesita, solo necesitas aumentar la succión para producir más.
- Si tienes que conservar leche extraída, ten cuidado y no la dejes a temperatura ambiente ya que el calor puede estropearla antes. Debes meterla en la nevera enseguida.
Por último, presta atención a tus necesidades y las del bebé y, si tienes alguna inquietud o dificultad durante la lactancia en verano, no dudes en buscar el apoyo de un especialista en lactancia o hablar con tu médico.
Fuente:
Guía de lactancia materna, Asociación Española de Pediatría. http://www.aeped.es/sites/default/files/7-guia_baleares_esp.pdf