La alimentación y una hidratación adecuadas son fundamentales en verano para evitar problemas habituales en bebés como la deshidratación. Descubre qué debes dar de comer y beber a tu peque en este verano.
¿Por qué es tan importante la alimentación y la hidratación en verano?
La nutrición es fundamental para el desarrollo y la salud del bebé todo el año, pero en verano se vuelve aún más importante debido a las altas temperaturas y al mayor riesgo de deshidratación o infecciones alimentarias.
El verano trae consigo altas temperaturas y el cuerpo necesita mantenerse fresco para funcionar correctamente. La transpiración (sudor) es el principal mecanismo de enfriamiento y esto aumenta la pérdida de agua y electrolitos. Mantenerse hidratado ayuda a reponer estos líquidos y mantener la temperatura corporal adecuada, evitando problemas más comunes en los bebés debido a su pequeño tamaño y a su sistema de regulación de la temperatura aún inmaduro como la deshidratación.
Los síntomas de deshidratación incluyen llanto sin lágrimas, boca y labios secos, hacer menos pis de lo habitual, orina oscura, hundimiento de la fontanela, irritabilidad y letargo, ojos hundidos, piel que no recupera su forma cuando se pellizca suavemente, dolor de cabeza, y en casos graves, golpe de calor. Beber suficiente agua y consumir alimentos ricos en agua, como frutas y verduras, es esencial para evitar estos problemas.
La sudoración excesiva no solo causa pérdida de agua, sino también de electrolitos como sodio, potasio y magnesio. Estos son vitales para el funcionamiento muscular y nervioso. Consumir alimentos ricos en estos minerales, así como bebidas deportivas si es necesario, ayuda a mantener este equilibrio.
El calor puede afectar la digestión y el apetito. Consumir comidas ligeras y frescas, como ensaladas, frutas y verduras, facilita la digestión y evita la sensación de pesadez. Además, estos alimentos suelen ser ricos en nutrientes y agua, lo que contribuye a la hidratación y nutrición adecuada.
Una buena hidratación y nutrición también son importantes para la salud de la piel. El sol y el calor pueden causar daños y deshidratación en la piel. Alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, pueden ayudar a proteger la piel del daño solar y a mantenerla saludable.
Por último, en verano el cuerpo utiliza más energía para enfriarse. Además, la exposición al sol y el aumento de la actividad física pueden agotar rápidamente las reservas de energía. Una dieta balanceada que incluya carbohidratos, proteínas y grasas saludables proporciona la energía necesaria para el día a día.
¿Cómo debe ser la alimentación y la hidratación del peque en verano?
1- En menores de 6 meses, la leche materna o de fórmula son la fuente principal de hidratación. Por eso, si tiene menos de 6 meses, por mucho calor que haga, no hace falta que le des agua, tan solo que le ofrezcas el pecho o el biberón más a menudo para que pueda saciar su sed. Nada de diluir la leche de fórmula para que tenga más cantidad de agua de lo recomendado ya que eso es perjudicial para el bebé.
Permite que el bebé amamante tanto tiempo como quiera para asegurarte de que recibe tanto la leche anterior (más líquida y refrescante) como la leche posterior (más rica en grasas y nutrientes).
2- En bebés de más de 6 meses que ya empiezan con la alimentación complementaria puedes empezar a ofrecerle agua en pequeñas cantidades, pero no te extrañes si la rechaza ya que al principio no les gusta. No le obligues a tomarla, tan solo ofrécesela y sigue ofreciéndole a menudo la leche.
3- Además de la hidratación, debes ofrecerle alimentos frescos y nutritivos que le ayuden a mantenerse hidratado, como frutas (sandía, melón), cremas y sopas frías como el gazpacho, ensaladas, verduras como el pepino, el tomate y el calabacín, etc.
4- Evita alimentos ricos en azúcar y sal, más tentadores en verano cuando estamos de vacaciones y comemos fuera de casa, pero que son malos para el bebé y aumentan el riesgo de deshidratación. Intenta que su dieta siga siendo sana, aunque estéis de vacaciones.
5- Ten cuidado con la seguridad alimentaria ya que el calor hace que los alimentos puedan estropearse y sean muy habituales las infecciones alimentarias. Conserva los alimentos en frío, no rompas la cadena del frío, no dejes alimentos peligrosos fuera de la nevera ni al sol (especialmente huevos), lávate bien las manos al manipular alimentos, etc.
6- Opta por comidas frescas y ligeras que sean fáciles de digerir y que no sobrecarguen su sistema digestivo.
7- Además, mantén al bebé en un ambiente fresco y ventilado para reducir la pérdida de líquidos por sudoración. Vístelo con ropa ligera y transpirable para evitar el sobrecalentamiento y evita la exposición directa al sol.
Fuente:
Academia Americana de Pediatría (AAP)